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jueves, 20 de febrero de 2014

CINCO CONSEJOS DEL PAPA FRANCISCO PARA UN MATRIMONIO FELIZ


El pasado 14 de febrero el Papa Francisco festejo el día de San Valentín y la plaza San Pedro se lleno de parejas llenas de amor que escucharon atentamente las palabras del Papa para lograr un matrimonio feliz. 

1-ES POSIBLE AMAR PARA SIEMPRE: «Hoy en día muchas personas tienen miedo de tomar decisiones definitivas, para toda la vida, porque parece imposible... Y esta mentalidad lleva a muchos que se preparan para el matrimonio a decir: ‘Estamos juntos hasta que nos dure el amor’. Pero, ¿qué entendemos por ‘amor’ ? ¿Sólo un sentimiento, una condición psicofísica? Ciertamente, si es así, no se puede construir encima nada sólido.
En cambio, si el amor es una relación, entonces es una realidad que crece y también podemos decir, a modo de ejemplo, que se construye como una casa. Y la casa se edifica en compañía, ¡no solos!.. No querréis construirla sobre la arena de los sentimientos que van y vienen, sino sobre la roca del amor verdadero, el amor que viene de Dios... La familia nace de este proyecto de amor que quiere crecer como se construye una casa: que sea lugar de afecto, de ayuda, de esperanza.
Así como el amor de Dios es estable y para siempre, queremos que el amor en que se asienta la familia también lo sea. No debemos dejarnos vencer por la "cultura de lo provisional". El miedo al “para siempre” se cura día tras día, confiando en el Señor Jesús, en una vida que se convierte en un viaje espiritual diario, hecho de pasos, de crecimiento común».

2-“DANOS HOY NUESTRO AMOR DE TODOS LOS DÍAS, SEÑOR”: «El “para siempre” no es solo cuestión de duración. Un matrimonio no se realiza tan sólo si dura, es importante su calidad. Estar juntos y saberse amar para siempre es el desafío de los esposos cristianos... En el Padrenuestro decimos "Danos hoy nuestro pan de cada día”. Los esposos pueden rezar así: “Señor, danos hoy nuestro amor de todos los días... Enséñanos a querernos”».

3-LAS REGLAS DE LA CONVIVENCIA: PERMISO, GRACIAS, PERDONA: «La convivencia es un arte, un camino paciente, hermoso y fascinante... que tiene unas reglas que se pueden resumir en tres palabras: ¿Puedo? Gracias, Perdona.

¿Puedo? Es la petición amable de entrar en la vida del otro con respeto y atención. El verdadero amor no se impone con dureza y agresividad. San Francisco decía: “La cortesía es la hermana de la caridad, que apaga el odio y mantiene el amor". Y hoy, en nuestras familias, en nuestro mundo, a menudo violento y arrogante, hace falta mucha cortesía.

"Gracias." La gratitud es un sentimiento importante. ¿Sabemos dar las gracias? En la vida matrimonial es importante mantener viva la conciencia de que la otra persona es un don de Dios. Y a los dones de Dios se dice “gracias”. No es una palabra amable para usar con los extraños, para ser educados. Hay que saber decirse “gracias” para caminar juntos.

“Perdona”. En la vida cometemos muchos errores, nos equivocamos tantas veces. Todos. De ahí la necesidad de utilizar esta palabra tan sencilla, "perdona”. En general, cada uno de nosotros está dispuesto a acusar al otro para justificarse. Es un instinto que está en el origen de tantos desastres. Aprendamos a reconocer nuestros errores y a pedir disculpas. También así crece una familia cristiana».

4-QUE NUNCA TERMINE EL DÍA SIN HACER LAS PACES: «Todos sabemos que no existe la familia perfecta, ni el marido o la mujer perfectos. Existimos nosotros, los pecadores. Jesús, que nos conoce bien, nos enseña un secreto: que un día no termine nunca sin pedir perdón, sin que la paz vuelva a casa. Si aprendemos a pedir perdón y perdonar a los demás, el matrimonio durará, saldrá adelante».

5- EL MATRIMONIO, FIESTA CRISTINA Y NO MUNDANA: «La celebración del matrimonio debe ser una fiesta, pero una fiesta cristiana y no mundana. Lo que hará pleno y profundamente verdadero vuestro matrimonio será la presencia del Señor que se revela y os otorga su gracia. Es bueno que la boda sea sobria y destaque lo que es realmente importante.

Algunos están muy preocupados por los signos externos: el banquete, los trajes... Estas cosas son importantes en una fiesta, pero sólo si indican el verdadero motivo de vuestra alegría: la bendición de Dios sobre vuestro amor. Haced que los signos externos de vuestra ceremonia revelen la presencia del Señor y os recuerden a vosotros y a todos los presentes el origen y la razón de vuestra alegría».

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